jueves, 10 de enero de 2013

El objeto de deseo.

Los amores platónicos son lo mas y lo menos. Por un lado estas pelotudizado hasta el cielo ida y vuelta con esa persona con la que sabes jamás va a pasar nada, y en cierto punto hasta estas de acuerdo con eso. Pero por otro odias la vida por eso mismo, porque sabes que jamás vas a tener una chance, nunca vas a llegar a nada y que todas tus fantasias van a permanecer siendo simples fantasias.
No hay diversión ni entretenimiento mas grande que inventar una historia alrededor de éste personaje que nos mueve el piso cada vez que siquiera vemos una foto, imaginar una vida junto a este amor imposible. Flashear una declaración precipitada pero levemente romántica, inventar salidas, viajes, momentos tirados en la cama escuchando música, compartiendo un pucho, deseandote en camizón, sexo apasionado contra la pared, pelearte por irrelevantes, y obvio, ya que estamos, ser el capo anti-sentimentalista de la relación que se banca todo con cara de poker como un campeón (en tu fantasía y desarrolando tu papel protagónico hasta llegarías a cortarle a tu amor platónico, total...).
Y hasta hace poco yo creía que estas invenciones eran totalmente saludables y funcionaban como medicamento 100% efectivo para la salud mental (a menos que seas una de esas personas que se comen sus propias mentiras y flasheadas). Qué daño podría llegar a causar imaginarte feliz con una persona por la cual sentís una evidente atracción? Y... no se, que de repente el objeto de deseo te empiece a dar bola. Y ahí, amigo mio, ahí es cuando se te armó la gorda.

No hay comentarios: